Desde sus labios hasta sus orejas es el título de la canción que nunca dejo de escuchar. El grupo en cuestión se llama en mi contra, son bastante divertidos, concretamente me gusta mucho su voz rasgada, curtida a base de ingentes cantidades de tabaco, alcohol y demás sustancias de placer.
Ritmo, ritmo, tiene un ritmo que me gusta. No sabría explicar por qué me gusta ese ritmo y no otro, aunque pensándolo bien me gustan muchos tipos de ritmo. No soy uno de esos que sólo les gusta un tipo de música ni nada parecido. Al contrario adoro casi todo tipo de música. Probablemente la que no adoro es que no la he escuchado en el momento preciso o no con la gente idónea.
Porque de eso se trata al fin y al cabo, de la compañía y la situación en la que escuchas la música porque no deja de ser una parte de la ambientación, forma parte del recuerdo, por lo que juega un papel muy importante la idea que nos viene a la cabeza cuando escuchamos una u otra melodía.
Escuchar es importante, indispensable para poder hablar, considerando hablar como parte de un diálogo y no de una sarta de estupideces dichas o relatadas de carrerilla sin razonamiento alguno, para eso no hace falta escuchar. Hoy día hemos banalizado tanto el significado de algunos verbos que ya no sabemos ni lo que es ni lo que no.
tengo que volver a leer para volver a escribir